sábado, 17 de agosto de 2013

AMMAR CÓRDOBA REPUDIA ENERGICAMENTE LOS AGRAVIOS Y DIFAMACIONES DE LA “CAMPAÑA ABOLICIONISTA” (1)


COMPARTIMOS DOCUMENTO DE LA COMISIÓN DIRECTIVA DE AMMAR CÓRDOBA, ARGENTINA. 

Córdoba15 de agosto de 2013 


Es lamentable tener que escuchar acusaciones de la Campaña Nacional Abolicionista, quienes desde Buenos Aires nos acusan con injurias y calumnias, sin siquiera conocernos como Ammar Córdoba y sin conocer mucho menos a la Coordinadora por la Aparición con vida de Yamila Cuello, ejerciendo violencia hacia nosotras.

En primer lugar queremos aclarar que nuestro apoyo a Soledad Cuello, nace después de encontrarnos en varias oportunidades en distintos espacios de denuncia a la inoperancia del Gobierno Provincial con la aplicación de la Ley de Trata 10.060, en el camino nos conocimos con una mujer que prácticamente sola busca a su hermana desde hace casi cuatro años. Ella  no contaba con el apoyo de ninguna “feminista abolicionista”, las cuales hoy nos acusan a nosotras, a las trabajadoras sexuales organizadas, por acompañar la búsqueda de Yamila Cuello. De igual modo hemos acompañado a lo largo de los más de 13 años de vida de AMMAR Córdoba innumerables luchas populares como la del acceso a la tierra, el agua, contra la precarización, la explotación laboral, la represión policial, repudiando los feminicidios, las violaciones a los derechos humanos: siempre sosteniendo la autonomía y  la coherencia con nuestras ideas, por ello es lógico que nosotras apoyemos la causa de la desaparición de personas.

En conjunto con Soledad Cuello y la “Red Por el Reconocimiento del Trabajo Sexual”, decidimos convocar a una coordinadora para que Soledad pueda contar con más apoyo, y sumando fuerzas podamos hacer visible la búsqueda de Yamilla. Lejos de ser “intrusas” en esta lucha, creemos que hemos dado el apoyo y el impulso que se necesitaba para que desde ahí se empezaran hacer acciones y denuncias publicas las cuales habían decaído en los últimos meses, hoy Soledad cuenta con un arco de organizaciones sociales y políticas que conforman las coordinadora.

Por otra parte existen difamaciones sobre nuestra organización por parte de la Campaña Abolicionista las cuales exigimos se retracten: nos asocian con “el proxenetismo local e internacional”, no sabemos a que se refieren estas mujeres a semejantes calificaciones; si ellas conocen el “proxenetismo local e internacional” deberían denunciarlo con pruebas. Precisamente somos las trabajadoras sexuales quienes sí venimos denunciando desde hace mucho tiempo las complicidades para que el proxenetismo exista, mientras la policía nos sigue persiguiendo a nosotras. Esto le costo la vida a Sandra Cabrera, Secretaria General de Ammar Rosario, por denunciar ante la justicia esta complicidad entre la policía y los proxenetas sostenidos por la clandestinidad.

Repudiamos enérgicamente que quieran confundir a la ciudadanía en esto que las abolicionistas llaman “posición Pro-proxenetismo”, ya que es de publico conocimiento  que nosotras pedimos el reconocimiento de nuestra actividad autónomamente, para que ningún trabajadxr sexual dependa de un tercero que “brinde protección para su explotación”. Así, lo señala por ejemplo en la Republica del Uruguay la ley de trabajo sexual 17.515 en donde se legisla la protección de las trabajadoras sexuales “contra cualquier forma de explotación”[2]


Desde AMMAR Córdoba sostenemos que el objetivo del fin a la pobreza se concretará cuando tengamos distribución equitativa de la riqueza, jamás hemos propuesto o fomentado que el ejercicio de la  prostitución sea una salida y mucho menos de menores de edad: todo lo contrario, AMMAR siempre lucho contra la explotación y la prostitución infantil la cual repudiamos y denunciamos enérgicamente. Nosotras nos defendemos, defendemos nuestras prácticas como trabajo sexual, de mujeres adultas y consientes de nuestra voluntad, por ello exigimos un reconocimiento de nuestros derechos y luchamos día a día para que se nos respete. No somos solo un discurso de “defensa de derechos”, militamos todos diariamente para hacerlo realidad en la práctica, ya que la clandestinidad histórica producto de la ignorancia, de la discriminación social y política ha sido la causante de todos nuestros padecimientos y vulneraciones que venimos soportando. Esta situación ha fortalecido el proxenetismo siempre, siendo perseguidas por la policía teniendo que  cumplir hasta más de tres meses de calabozos quienes desarrollamos el trabajo sexual autónomo. Siempre nos paramos desde nuestra propia realidad para defender nuestros derechos humanos, los cuales han sido y siguen siendo pisoteados por los gobiernos, la policía, la justicia y por supuesto también por estas mujeres de la Campaña Abolicionista que sin conocernos nos agreden.

Hoy el abolicionismo nos persigue, queriendo deslegitimar nuestra lucha, afirmando que es la única propuesta que pide salud trabajo y educación  para nosotras, lo cual creemos son frases vacías, de “campaña” justamente ya que jamás se han puesto de nuestro lado, ni siquiera en nuestras propuestas educativas y de formación de derechos que desarrollamos desde AMMAR Córdoba, como lo es nuestro CENPA-AMMAR, nuestros espacios de formación y capacitación, así como nuestra Biblioteca Popular, nuestro Jardín Maternal, nuestro Consultorio Amigable para la Salud Integral, todos espacios abiertos a la comunidad y que hemos creado en nuestra sede desde la necesidad colectiva del sector, ante la ausencia total  de políticas publicas, pues la única política sostenida desde hace más de cien años para nosotras ha sido la criminalización, la persecución policial, la estigmatización y la violencia social y política.

Hoy hablan de nosotras “sin nosotras”, nos califican queriendo desconocer que este colectivo de mujeres nos reconocemos personas sujetos de derechos y no estamos dispuestas a que decidan  que es lo mejor para nosotras sin escucharnos, ya que venimos enfrentando la discriminación y la política represiva desde nosotras mismas. Nunca hemos contado con estas mujeres feministas abolicionistas cuando estamos en la calle peleando con la policía, o ante los asesinatos impunes de nuestras compañeras. “La derogación de los códigos contravencionales y de faltas” es una lucha desde abajo, con las personas que lo seguimos sufriendo, los  comunicados que desde lejos creen frenar el abuso policial y  conocer nuestra realidad local, no son más que infamias y agresiones que siguen evidenciando que la lucha real de estas mujeres sostenida desde una moral conservadora, no es contra la trata de personas, si no contra el trabajo sexual.

Comisión Directiva de Ammar Córdoba




martes, 6 de agosto de 2013

CICLO DE CINE:::: POR EL RECONOCIMIENTO DEL TRABAJO SEXUAL


UNA PROCLAMA DE LESBIANAS FEMINISTAS PROSEXO A FAVOR DE LAS TRABAJADORAS SEXUALES


Las lesbianas aprendimos en el proceso de politización de nuestra sexualidad y de nuestras vidas que el primer paso para el empoderamiento es el nombre. Muchas hicimos ese aprendizaje a través de las herramientas políticas y teóricas que nos aportaron los feminismos, en especial, aquellos que sostienen la autodeterminación sexual como fundamento de las luchas sexo-políticas. Sin embargo, también aprendimos que persiste al interior del movimiento feminista, no con exclusividad pero sí como un espacio más por el que transitamos, la lesbofobia y el imperio de las jerarquías por clase, identidad sexual, raza, ubicación geopolítica, edad, reconocimiento institucional, etc. Esto provoca que ciertas voces se amplifiquen, ciertos cuerpos se visibilicen, ciertas posiciones se erijan como representativas del movimiento y ciertas figuras monopolicen el discurso público, a costa de sumir en el silencio, la ignorancia y la invisibilidad, a otros cuerpos, otras voces, otros nombres.

En la Argentina del matrimonio igualitario y de la ley de identidad de género, hoy se está librando una batalla silenciosa pública y moral altamente efectiva contra las trabajadoras sexuales, que tiene como palanca bélica a las políticas implementadas en la lucha contra la trata y la explotación sexual. Una palanca que se acciona desde una serie de presupuestos del feminismo abolicionista que termina contraponiendo los derechos de las trabajadoras sexuales a los derechos de las víctimas de trata. La trata requiere que se la persiga, el trabajo sexual requiere que se lo reconozca, dos políticas diferentes aunque articuladas, porque sacar de la clandestinidad el trabajo sexual es una forma de luchar contra la esclavitud sexual y la trata de personas.

Este feminismo que sólo ve violencia en el sexo pago, víctimas o alienadas en quienes afirman ser trabajadoras sexuales, y sólo mujeres en el campo del trabajo sexual, cuando hay también varones, travestis y trans, termina siendo un feminismo antisexo, antiputa, victimista y mujerista. La equiparación e indiferenciación entre las personas que deciden ejercer el trabajo sexual con las que son esclavas sexuales porque son víctimas de las redes de trata, provoca el silenciamiento y el borramiento del espacio público de las trabajadoras sexuales así como la inercia policial y política para una búsqueda real de las víctimas de trata. Redimir y reinsertar a las prostitutas cual ejército de salvación, promoviendo la erradicación total de la prostitución, parece ser el objetivo central del feminismo abolicionista que, muy a su pesar, termina aliado con políticas criminalizadoras y persecutorias de las mujeres. ¿No sería más deseable que pusieran el mismo énfasis y vehemencia en la erradicación del matrimonio como institución hetero y homo-patriarcal que regula la sexualidad?

El cuerpo de las trabajadoras sexuales está atravesado por una paradójica metáfora espacial y, por lo tanto, visual. Por un lado, las medidas implementadas desde el estado nacional, como  el decreto que prohíbe la oferta de avisos sexuales, las borra de los medios de comunicación, de la visión pública, lo que implica una política de invisibilidad. Y por otro lado, las leyes contra la trata aprobadas en algunas provincias, que justifican allanamientos a prostíbulos y departamentos autogestionados por trabajadoras sexuales autónomas, las arrojan a la calle, a una extrema visibilidad que las expone a la policía cotidianamente, a la vigilancia moral de l*s vecin*s y al abuso de los fiolos. En ambas situaciones, la sistemática impugnación de sus voces mediante la resistencia a ser escuchadas o subestimadas y despreciadas en sus opiniones, las silencia como sujetos políticos.

Como lesbianas esta batalla nos involucra y nos convoca, como mínimo, por dos motivos: porque bien sabemos lo que significa la negación de la identidad autopercibida y el acallamiento de nuestras voces, y porque con estas políticas que se llevan adelante contra el trabajo sexual so pretexto de combatir la trata, imponen normas que regulan lo que podemos y no podemos hacer con nuestros cuerpos, lo admisible y lo inaceptable, lo legítimo y lo ilegítimo. Por lo tanto, es una batalla que nos involucra a tod*s, por más que pensemos que no nos afecta. El boicot al sexo reproductivo que implican el aborto y tener sexo por dinero son prácticas que continúan penalizadas para las mujeres, convertidas en delito (aunque la prostitución no lo sea en nuestro país, y sí lo es el proxenetismo) a través del código penal, los códigos contravencionales o la moral hegemónica.

Como lesbianas, sabemos que la identidad política sirve para identificarse en la lucha por el reconocimiento, la celebración de la existencia, la denuncia de agresiones, abusos y discriminaciones y la demanda de derechos.  Por la historia del activismo lésbico y por nuestras historias personales, sabemos muy bien la violencia que conlleva la negación de una identidad política y, por lo tanto, del empoderamiento que ella supone. ¿Qué posibilidad tienen las trabajadoras sexuales para empoderarse si desde el principio son tratadas como víctimas? ¿o como mujeres en situación de explotación?

Como activistas prosexo que cuestionamos el modo en que nuestra sociedad heteropatriarcal y racista asigna privilegios sobre la base de la adhesión a su código moral, regido por la norma monogámica heteronormativa, esta batalla nos implica porque estas medidas punitivas y de persecución representan una política sexual anti-sexo. Prosexo es una identificación política que emerge en las llamadas “guerras del sexo” en Estados Unidos en los años ´80, representando las disputas entre feministas antipornografía, antiprostitución y antisadomasoquismo y las feministas prosexo y anticensura, y aunque en nuestro contexto es un término que casi no circula habitualmente en el discurso feminista, nosotras nos reconocemos como tales porque significa sostener una política libertaria sobre los derechos sexuales, el trabajo sexual, la censura y la libertad de expresión, la industria del sexo, el material sexual para adult*s, la elección y la libertad sexual.  Significa reconocer las actitudes y políticas anti-sexo, la hipocresía y los pánicos sexuales que tiñen el modo en que la sexualidad es analizada en los medios, en las instituciones, en el estado, e incluso dentro de las comunidades lgtttbi y feminista.

Las celebradas narrativas de la democratización a través del reconocimiento de la “diversidad sexual”, señalan las formas públicamente legítimas de vivir la sexualidad,  los límites y jerarquías entre formas y  prácticas sexuales ideales, admisibles, o inaceptables. Así, las nuevas fórmulas  de regulación sexual que levantan la bandera de la “diversidad” están teñidas de una moral anti sexo.

Las trabajadoras sexuales están siendo criminalizadas y estigmatizadas, favoreciendo aun más la clandestinidad de su actividad, lo que acrecienta las condiciones para la trata. Estamos ante un momento histórico en el que es preciso defender los derechos de todas las personas vinculadas al mercado del sexo, que contribuya a ampliar sus márgenes de decisión, libertad y autonomía. Para las que deciden ejercer el trabajo sexual: reconocimiento de su actividad como trabajo, reconocimiento de derechos en tanto que trabajadoras, estímulo de la sindicalización; y para las que lo viven mal: posibilidades de formación para desarrollar otro trabajo. Para las que son víctimas de trata, que son obligadas y coaccionadas: protección y persecución del delito, y desmantelamiento de las redes de complicidad institucional, policial y política.

Como activistas lesbianas feministas prosexo no queremos el tutelaje del estado ni de las instituciones ni del feminismo abolicionista para decidir sobre nuestros cuerpos. L*s trabajador*s sexuales -mujeres, trans, travestis, gays- son nuestr*s aliad*s y no nuestr*s enemig*s en la lucha por la autodeterminación sexual. Por eso apoyamos su demanda de reconocimiento del trabajo sexual como trabajo y exigimos que su voz sea escuchada.

En esta batalla el silencio no es una opción, es una toma de postura a favor de quien detenta la hegemonía, de quien va ganando la lucha, que son las políticas de persecución moral, policial, estatal y feminista hacia las trabajadoras sexuales.



Agosto del 2013.-



Noe Gall  –integrante del Asentamiento Fernseh,  Red por el reconocimiento del trabajo sexual y la Coordinadora por la aparición con vida de Yamila Cuello - Córdoba
valeria flores – escritora, activista y maestra – Neuquén
Gabriela Adelstein –traductora, activista queer– Buenos Aires
Macky Corbalán – poeta y lesbiana feminista cuir - Neuquén
Virginia Cano -docente, filósofa, activista- Buenos Aires
Norma Salica – Tucumán
Andrea Lacombe - Antropóloga, integrante de la Red por el Reconocimiento del Trabajo Sexual
Gabriela Robledo Achaval – activista lesbiana feminista, abogada, investigadora (UNC)
Mariela Serra - Licenciada en teatro y profesora universitaria 
Sara Monsalve
Jorgelina Bocca